La Renga se presentó el sábado 11 de mayo en el estadio Único Diego Armando Maradona de La Plata, en lo que fue la segunda fecha de la primera parada de la gira “Totalmente poseídos”.
El atronador sonido del motor de la Yamaha V-1200 sacudía el estadio Único Diego Armando Maradona, en el corazón de la Ciudad de la Plata capital bonaerense. Ya había pasado casi una hora de la madrugada del domingo 12 y los cuatro rengos se subían a esas ruedas de metal para abandonar el escenario, luego de otra noche histórica que quedará en la memoria de los mismos de siempre, esos a los que Chizzo hizo referencia más de una vez desde el escenario mismo “hoy parece que va a ser una noche más íntima. Estamos todos los que tenemos que estar. Los mismos de siempre.”
A pesar del frío inaudito para una noche otoñal los seguidores de La Renga coparon las diagonales de alrededor, sobre todo la Av. 32 que ya los tiene como locales de tantas veces que se presentó La Renga, haciendo un cálculo al vuelo debe ser la banda nacional que más veces prendió el motor del Diego Armando Maradona.
La cita era especial porque era el comienzo de una nueva gira “Totalmente poseídos” que lleva el nombre del documental rodado en las rutas argentinas el año pasado y también de su impecable banda sonora, que entrega tantas canciones inéditas como versiones en directo de clásicos de siempre que sirven para recordar la gira y que inspira (¿Por qué no?) a encarar un viaje rutero propio. Pero otra de las cosas que tenia de especial este banquete de Mayo del 2024 es la particularidad de un escenario montado en el medio de la cancha, un escenario que rememoró aquel ojo del huracán de diciembre de 2004; prácticamente dos décadas después, parafraseando al Chizzo, se podría decir que han pasado puentes debajo del agua en estos 20 años y la tecnología hoy permite tener un escenario imponente por donde se lo mire y mullido del mismo espíritu de En El Ojo del Huracán pudo recrearse a base de pantallas gigantes, luces led y la iconografía renga plasmada en los clásicos murales en el piso del escenario, que en esta ocasión portaba las rutas y las banquinas de algún lado. Como no podía ser de otra forma Tete no paró de moverse entre las cuatro caras bien delimitadas del escenario y también sobre la pasarela que no sólo sirvió para ingresen y salgan los músicos en tres ruedas, sino que también se aprovechó para que tanque demuestres sus destrezas aeróbicas increíblemente sin perder un minuto el tiempo con sus dedos y sus cuatro cuerdas, único, como el estadio. Mientras Tanque machacaba con el doble bombo de la batería, una plataforma circular lo hacía girar en su propio eje durante distintos pasajes de la canción y aunque perfectamente podría haber sido el más mareado de los cuatro, resistió estoicamente las casi 3 horas de show. El que sintió un poco extraño el escenario fue Chizzo, quien un poco en broma un poco enserio achacó a sus casi 60 años (tiene 57) la sensación de cansancio de tanto ir a los cuatro frentes, sin embargo, las guitarras sonaron mejor que nunca, eso sí, necesitó que el público lo acompañe en algunas partes de sus canciones más coreadas. Lo mejor de este inédito escenario para nuestras tierras, fue que involucró a todos los espectadores en una experiencia única y compartida que no se logra con los escenarios montados a la manera clásica. Acá todos formamos parte de un mismo ritual, de un mismo banquete rengo versión 360.
Como siempre las canciones de la lista tuvieron un buen provecho de los invitados al banquete, con perlas que serán un documento único en futuros videos, para ver una y otra vez en el youtube La Renga TV, ese lugar del ciberespacio que contiene las ansias de los fanáticos entre banquete y banquete. Para destacar algunas de las treinta y tres canciones que tocaron sobre el escenario se puede empezar por el mismísimo comienzo, cuando sonó Buena Ruta Hermano, la segunda canción que conocimos de “Totalmente Poseídos”, la cual tiene destino fijo de acá en más en las presentaciones en vivo de la banda oriunda del barrio de Mataderos, km. 0 de toda esta historia. También sonaron Ese Lugar De Ninguna Parte y La Banquina de Algún Lado que se irán ajustando a medida que las toquen en directo, aunque el público aun no las vive como los más grandes clásicos, de a poco van pidiendo permiso, sobre todo a caballo de las guitarras de Chizzo que cada vez parecen más afiladas y que se ponen a prueba donde se ven los pingos, sobre el escenario.
Entre las canciones clásicas, ya himnos de la banda, prevalecieron las del álbum insignia del grupo, Despedazado por mil partes. Así La Balada del Diablo y La Muerte es cita obligada, recordando a viva voz aquella historia de la esquina de nuestro barrio. A La Carga Mi Rocanrol como como grito primal y declaración de principio inicial, pero sobre todo Paja Brava, que tomó una vitalidad increíble desde la última gira y que también está incluida en el soundtrack poseído, preciosa versión a la altura de ese viaje alucinante que describe la canción.
En estos tiempos oscuros hay que decir las cosas con todas las palabras y Chizzo no dudó en escupir desde el escenario unas puteadas que salieron directamente desde las tripas y el corazón “Me encanta porque todos los que estamos acá, estamos resistiendo por querer seguir siendo argentinos. ¡Hijos de puta!” para dar paso a una canción del disco de la estrella, que parecía olvidado, pero que tristemente tuvo que ser desempolvado para que quede claro que la voracidad capitalista no tiene fin y para machacar con aquel estribillo frenético que se pregunta “¿Cuándo compre todo que más va a querer?” como sentencia Vende Patria Clon; un cuarto de siglo después de su publicación está más vigente que nunca. El destinatario era claro, en la mira está el actual presidente de Argentina, quien añora las relaciones carnales del otrora mandamás noventoso. Pero para ser más explícito, Chizzo, que estaba en una noche de verborragia intensa, antes de Parece Un Caso Perdido hizo hincapié en que aquello de que el mundo está enloquecido se quedó corto contrastándolo con la realidad que vivimos hoy, justo antes de dar paso a la batería de Tanque que a lo Bonham da comienzo a una de las dos canciones que ejecutaron de su anterior LP, Alejado de la red, la otra fue la Buena Pipa segunda en el orden de canciones con la que empezaron a calentar la fría noche platense. Yendo de lo “último” a lo primigenio, para los mismos de siempre de la primera hora estuvo El Rito de Los Corazones Sangrando y El Juicio del Ganso, canciones siempre a la altura de cualquier banquete que se precie de tal.
Pero sin dudas la parte más emotiva del show, esa que está destinado a ser un momento inolvidable para todos lo que lo vivimos, es el sentido homenaje que La Renga le hizo a una parte muy importante de nuestro rock, invitando al escenario a un verdadero prócer de la cultura rock, ni más ni menos que Alejandro Medina, bajista de Manal, La Pesada del Rock y tercera parte indispensable de aquel incunable Aeroblues, esa triada que conformó con Pappo en guitarra y el brasileño Rolando Castello Junior en batería. En la presentación que le hizo Chizzo a Alejandro, mezcla de orgullo y admiración, con una gran emoción de estirpe rockera, contó que Ale Medina tenía previsto tocar el sábado pasado, pero la presentación se vio trunca por la partida a “otra galaxia” del inmenso baterista y compositor, Javier Martinez, amigo y compañero de Medina en Manal, trío que se completaba con Claudio Gabis en guitarra. Por eso este fue un homenaje también para Javier, como debe ser, con mucho rock, porque como dijo Chizzo en el micrófono, los rockeros no le temen a la muerte “le dicen allá en el horno nos vamo´ a encontrar. Venime a buscar la reputa madre… ¿Que querés que te agarré la manija del cajón? Olvidate”. Tres canciones inoxidables bastaron para mostrar a nuevas generaciones quien era ese señor que tanto admira Gustavo Napoli: La Maldita Máquina de Matar, composición de Alejandro Medina para el volumen 2 de Billy Bond La Pesada del Rock, canción que, con la guitarra del otro invitado de la noche, el también histórico Nacho Smilari replicó la épica monumental de ese hard-rock modelo `72; para luego arremeter con el binomio Tontos, del volumen 1 de La Pesada y Doña Laura, canción que firmaron en 1971 Alejandro Medina y Javier Martínez para despedir la primera etapa de Manal.
Luego del gran homenaje solo quedó tiempo para Desnudo Para Siempre (o Despedazados Por Mil Parte), parte de la liturgia barrial que se mantuvo intacta, desde las letras de Javier Martínez en los setentas a las de Gustavo Chizzo Napoli en los noventas; después La Razón Que Te Demora para el grito final desaforado justo antes de irse, como siempre y por siempre Hablando de La Libertad.
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