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El Kuelgue llegó a Obras


Con un repertorio en el repasaron lo mejor de todos sus discos editados hasta la fecha, incluyendo el reciente Fierrín lado A, El Kuelgue llevó su música al templo del rock marcando otro hito en su historia.

Ph. Sol Seta

Desde que por primera vez hace ya cuarenta años, Serú Girán quiso tocar y tocó en la cancha de básquet del Club Atlético Obras Sanitarias de la Nación, el recinto se convirtió en la meca para cualquier banda de rock, por eso hacer un Obras era llegar, consagrarse. Ahora bien, El Kuelgue siendo parte de una nueva camada de músicos sin la pretensión de los otrora grupos de nuestro rock nacional, llegaron a la preciada meca casi sin pretenderlo, pero merecidamente. Con una historia de más de una década en la ruta, este grupo de amigos que juegan sobre el escenario como si estuvieran en su sala de ensayo, no les peso nada el aura mítico que guarda el llamado “Templo del rock argentino” y a pesar de que se los notó muy emocionados pudieron desplegar su arsenal de ritmos, gags y artilugios varios desde el escenario para hacer delirar al público que agotó la fecha demostrando una vez más el buen momento por el que está pasando la banda liderada por Julián Kartún, multifacético y carismático personaje que puede mantener expectante con sus ocurrencias tanto a los fans de la primera hora, como a los recién llegados millennials. No los distrajo la imponente multitud de estadio, que recién pudieron conocer luego de agotar lugares más pequeños como los Konex de verano y los Nicetos de primavera a los que nos tiene acostumbrados. El grupo puede pasar del funk a la cumbia de la bossa al punk, de una canción a otra canción sin perder su identidad. Una sesión de vientos afiladas con el saxo estelar de Pablo Vidal; la base de Juan Mojoli en bajo y Tomás Braillie en la batería; sumados a las guitarras armoniosas de Nicolás Morone que puede dominar todos los géneros a los que se animan naturalmente, son los engranajes perfectos, pero sin dudas la importancia de los hermanos Martínez es clave, Sebastián en coros, percusión, flauta traversa y el coequiper de Kartún, Santiago en teclados y voces, quien es también compositor de buena parte del repertorio. En las letras abordan desde el humor distintos tipo de temas, mundanos y no tantos como lo demuestra la primera parte de su nuevo disco, Fierrín lado A, del cual presentaron algunas canciones que sorprendentemente el público ya las tenía aprendidas de memoria. Del reciente EP sonaron "Correntoso"; el sorprendente son "Sabandija (en tanto y en cuanto)"; el punk a la 2'; "Sueño con ovnis"; "Góndola" que funciona como condensación del sonido Kuelgue y el hit elegido por la gente "Jimena" con el autotune de Kartún tirando sus magias.

Por otro lado lo que dejó en claro la noche del sábado fue la comunión que hay entre la banda y su público, donde conviven los de la vieja escuela con los más pequeños, pero sin dudas los millenians son la amplia mayoría; lejos del divismo clásico del rock, la sintonía de los de arriba del escenario con los que están abajo, es muy grande y significativa, se dejó ver claramente cuando al saludar, Santi Martínez reconoció la supremacía de un color entre su público, el color es el verde y luego del comentario del tecladista las voces de las chicas quedaron afónicas con una consigna clara y concisa "aborto legal en el hospital!", a días de la crucial votación en el senado sonó con el viento de estos tiempos. Más tarde Juli Kartún reafirmó su compromiso con la causa cambiando la letra de "Dele tiempo" para arengar #AbortoLegalSeguroYGratuitoParaTodasLasPibas.

El show no tuvo la parafernalia que acostumbran en su balneario de verano en el Konex, ni siquiera pantallas con visuales, (parecen guardárselas para la presentación oficial de Fierrín que será a fin de año con el lado b ya en la calles) solo una puesta de luces, al ras, para dejar en claro que lo importante de la noche era la música y sonar como una banda que merecía ese lugar que ya ocupan desde el sábado con su paso por el templo del rock y no defraudaron para nada. Sonaron precisos, sin perder lo que fueron desde un comienzo, un grupo de amigos haciendo música para divertirse. La velada también funcionó como una especie de meta cumplida, cerrando la trilogía que va de Beatriz, pasando por Ruli y culminando con el gran Cariño Reptil, para dar paso a un futuro muy auspicio con Fierrín como punto de partida, esperando un pronto encuentro del tercer tipo.

* Ph. Sol Seta

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