El teatro Coliseo fue la central de operaciones para el regreso del más grande, Charly García volvió a los escenarios luego de casi un año de silencio.
Los primeros acordes de Instituciones suenan desde un colchón de sintes, el telón se levanta y ahí está él, con sombrero folk en la cabeza y sentado en un gran sillón de cuero negro frente a los teclados cantando las primeras estrofas; los aliados que han esperado casi un año para volverlo a ver en un escenario, están extasiados. Charly García ha vuelto a tocar en vivo. ¿Es que tiene tantas vidas como canciones emblemas ha compuesto? ¿Es que hizo un pacto con dios para recuperarse de caídas que superan los nueve pisos? No lo sabemos, sólo sabemos que ha vuelto.
Anunciado apenas dos días antes, éste, se ha convertido en el concierto más esperado del 2018; un año atrás con la misma modalidad guerrillera, había presentado un disco con canciones totalmente nuevas que enamoró a propios y extraños, así de rápida y fugaz también fue la presentación del flamante Random allá por marzo del 2017 en el Teatro Caras y Caretas 2037. Pero ahora está tocando el piano y el moog y reclamando por más rock para Cerca de la Revolución, y La Torre de Tesla tira rayos para todos lados, parece revivir como él. Llega Lluvia, una de las mejores canciones del año pasado, compuesta a partir de su obligado reposo, con la ayuda de un iPad. En directo como siempre lo acompañan los fieles chilenos, su amigo el zorrito y esa dulce voz que es Rosario. King Kong, una canción que nunca tocó en vivo, sale desde los últimos vestigios de la era Say No More y hace presagiar que lo mejor está por venir, la cambia, como cambió Cuchillos en Alta Fidelidad ya no la agonía por la alegría, sino que cambia la furia de “andate y mata un gil” por la paz de “bailá y sé feliz”, tal vez haya sido simplemente un cambio en la letra o tal vez es la nueva piel que recubre al García 18. También suenan los clásicos, desde Rezo por Vos a Yendo de la Cama al Living pasando por Fanky y Demoliendo Hoteles. Pero la sorpresa es extendida entre los fans, no solo por tocar In The City That Never Sleeps, otra de Kill Gil, disco que nunca llegó a presentar oficialmente en concierto; sino que hay una rockerisima canción nueva de un minuto y medio que figura con el nombre tentativo de Sádico y tranquilamente pudo haber sido incluida en Random, porque al igual que el disco, no es cualquier cosa. Está nueva presentación de Charly entusiasma a la alicaída escena del rock nacional que todavía pugna por intentar tapar los huecos que dejaron los grandes compositores del siglo pasado, sin demasiado éxito, aún. Las visuales durante los conciertos de años ha, no parecían preocuparle demasiado a García, pero en esta ocasión parece haberse ocupado él mismo en llevar a cabo la puesta con recortes de clásicos del cine, sobre todo de su cineasta favorito Stanley Kubrick, no solo en la canción Ella es tan Kubrick, sino también en otras piezas que suenan en está noche histórica. Y toma aún más emotividad, cuando comienzan a sonar los sonidos de Los Dinosaurios y en la pantalla aparecen estos especímenes que creímos en extinción, tal vez demasiado pronto y que hoy de cuando en vez aparecen para hacer el mundo un poco más pesado y seguir pegándonos abajo. Esperemos seguir teniendo la máquina de ser feliz sobre el escenario para no dejarnos desanimar y espantar los fantasmas. No le cargaremos tamaña responsabilidad al artista número uno del país, sobre todo porque ya hizo ese papel, en épocas mucho más espesas que las actuales, pero el hecho de recibir a Sergio Maldonado, hermano de Santiago, nos alivia un poco el corazón. Solo nos queda ahora, esperar que de un momento para otro anuncien otra fecha, ir al teatro a hacer fila desde las siete de la mañana y conseguir un lugar bien cerca de La Torre de Tesla para apreciar al artista más importante de la Argentina hacer lo que más le gusta, música.