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Fito Páez - La Ciudad Liberada // Sony Music


Ya desde el arte de tapa que fue congeniada por los mejores aliados de Paéz en la materia, Nora Lezano y Alejandro Ros, dieron ese andrógino personaje que causo algún revuelo en los medios de comunicación, lograron un primer efecto provocador buscado por el artista para tirar la primera piedra de lo que vendría en este nuevo material de 18 canciones, un número mayor a las últimas producciones del rosarino.

Cuando salió el primer single de La Ciudad Liberada, Aleluya al Sol hubo opiniones encontradas acerca de esta canción de pop light que intenta arengar, tal vez torpemente, al movimiento feminista que enarbola la bandera del Ni Una Menos contra la violencia machista, pero a pesar de lo superficial que parece la canción, tiene momentos que se pueden valorar al plantear de manera poética una clara posición “crimen, no es pasión”.

Se puede decir que todo el disco recorre ese camino de dualidad entre un compromiso por momentos naïf, pero que lo tienen a Páez manifiestamente de un lado de la vida con críticas a las nuevas formas de comunicación, a las redes sociales, a las vecinas pacatas y a la lobotomización de una porción de la sociedad. En esta parte tenemos a El Ataque de los Gorilas, Islamad, Bohemia Internacional, Nuevo Mundo o Se Terminó; pero sin dudas la que condensa el espíritu tanto musical como discursivo es La Ciudad Liberada, canción que puede entenderse como hija de aquella Ciudad de Pobres Corazones; aquí Fito pone el cuerpo contando en primera persona su experiencia en un parador de la ciudad de buenos aires donde llegan cientos de personas en situación de calle y donde él mismo estuvo tocando hace algunos años. La canción incluye una introducción Folk a lo Gieco y cuenta con Joaquin Carambula haciendo un incendiario solo de guitarra, poniéndose al servicio para pelear contra los nazis y fachos de mierda. ¿Cómo se sale de toda esta mierda neoliberal? Para Fito Páez la respuesta es tajante: música.

La otra parte de Fito la podemos encontrar en Tu Vida Mi Vida, donde hallamos un guiño a su maestro García y al mismo Fito de los `80 con un inicio que refiere a No Soy un Extraño y teclados de Parte del Aire, canción grabada con Luis Alberto Spinetta en La La La; en la letra, Fito se rinde a Eugenia Kolodziej, su novia a la que también parece estar dedicada Chica Mágica. Soltá, parece salida sonoramente de Naturaleza Sangre, donde intenta pasar a otra etapa, dejando lo que hasta ayer fue un gran amor, aquí utiliza nuevamente palabras arquetípicas sin el mínimo reparo por sentirse cursi por un rato. También el disco explora la vocación de cuentista del músico, ahí podemos ubicar a El Secreto de su Corazón, que no termina por fusionar correctamente y queda a medio término entre el folclore y el pop, asimismo La Mujer Torso y el Hombre de la cola de Ameba que funciona como nexo entre dos partes de un disco que se debe escucharse en forma completa según recomendación del mismo Paéz, aunque esto no queda claro para los oyentes. Su corazón cinematográfico lo pone completamente en Los cerezos blancos, un homenaje al gran cineasta japonés Miyazaki, más precisamente a El viaje de Chihiro re interpretado para la ocasión; y en la surrealista Wo Wo Wo, compuesta en sueños junto a Pity Alvarez, que cuenta con la participación de Debora Dixon y Fabiana Cantilo en Coros.

La extensión del disco y lo ecléctico de las canciones le resta fuerza al mensaje de La ciudad Liberada para convertirlo en una encadenación de asimetrías musicales que pudo ser buscado por el mismo artista, pero que tiene efectos colaterales no deseados.

Calificación: Bueno.

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