El sábado 25 de noviembre los nipones Acid Mother Temple convirtieron Niceto en un infinito jam galáctico, en su primera visita sudamericana.
La jornada en del sábado 25 de noviembre en Niceto Club comenzó a las veintiuna horas con la banda de rock experimental Reynols ya sin Miguel Tomasin y al mando del incansable experimentador y vanguardista Alan Courtis que brindo un show acorde a lo que sería la propuesta central: la presentación de los Acid Mothers Temple. La banda Japonesa formada en el año 95 por el guitarrista Kawabata Makoto hizo su debut total en Sudamérica con una mini gira que incluyó fechas en Perú, Chile y Argentina para concluir con un espectáculo en el ya tradicional Niceto Club de la Ciudad de Buenos Aires y fue así que los AMT hicieron de las suyas en la noche del sábado, desembarcando con su estilo psicodélico, sónico y potente ratificándose como una de las experiencias más increíbles para ver en los escenarios actuales del mundo con un show cargado de vértigo, shock, musicalidad y alto vuelo una combinación de vanguardismo y trance.
Pasadas las diez de la noche al abrirse el telón en Niceto lo primero que vemos es al canoso Higaghi Hiroshi entonando con una armónica la melodía del clásico de Black Sabbath, The Wizard, canción grabada en aquellos lejanos años setenta, con ese sonido inconfundible e hipnotizante que se parece al llamado al diablo, a un costado para acentuar el terror aparece vestido de mujer y con peluca rosa el guitarrista rítmico Mitsuko Tabata, quien revolotea por el escenario cual mariposa adolescente fingiendo inocencia y haciendo movimientos lascivos; cuando la intro del tema termina muestra su trasero en el centro del escenario dejando ver una tanga incrustada, se da la vuelta, mira al público desafiante cual samurái, y grita la letra al micrófono “Sin advertencia el hechicero pasa, echando su sombra el hechicero pasa, todo el mundo está feliz cuando el hechicero pasa” el primer golpe de los nipones ya está dado, la gente enloquece, agita los brazos y comienza a gritar a treinta segundos de comenzando el espectáculo, en lo que es la presentación de la primera visita del grupo japonés Acid Mothers Temple a tierras sudamericanas.
En el segundo tema, los AMT se lucieron nuevamente con una jam session espacial, donde Kawabata Makoto recrea una atmosfera nebulosa volada, tocando con un destornillador sobre las cuerdas de su guitarra creando así un colchón atmosférico de sonido delicioso y en donde durante quince minutos encuentra su momento el claro homenaje a David Allen, líder fundador del grupo francés Gong, citando a la canción Flying Teapot; el australiano es el mentor y padrino musical de los AMT, hasta tienen un disco en colaboración: Acid Motherhood, e inclusive una serie de recitales juntos como formación mixta.
En el tercer tema nos encontramos con otra actuación descollante de Mitsuko Tabata quien saca un abanico de color rosado y comienza nuevamente a actuar de vedette, mientras salta al ritmo de una batería disco y la guitarra de Kawabata Makoto comienza a dejar oír lo que vendría a ser el “hit” de los AMT Pink Babe Lemonade; hit entre comillas, porque es difícil encontrar un hit en una banda de jam que ronda con el noise, pero Pink Babe Lemonade en versión de veinticinco minutos con esa melodía dulce y delicada sumada la actuación estelar de Tabata, es celebrada como un hit propio por la banda nipona.
Ya en su cuarto y último tema el conjunto nos presenta una jam de su nuevo material Wandering The Outer Space con una interesante instrumentación electrónica con Makoto jugando con una especie de Kaos Pad electrónica sobre la guitarra eléctrica. Con un ritmo intenso y bailable el grupo de se despide en una presentación de sesenta minutos, corta pero contundente, dejando a todos los espectadores gritando por el retorno de la banda durante más de diez minutos, hasta que el fox trot por los parlantes y las luces hicieron saber que la banda no retornaría, pero como dice la canción “todo el mundo está feliz cuando el hechicero pasa”.